
¿Les parecen muchos? Hay quien los ha tenido en sus manos, créanme. Juan Luis, de Alguazas, les hará entender que esto es de lo más normal. Y no hace falta ser un manitas, qué le vamos a hacer. “Por suerte o por desgracia, nací siendo un súper dotado. Me lo hicieron saber desde bien pequeño. Mis padres eran personas con un gran poder adquisitivo (promotor y pediatra), así que en lugar de entrenador personal, yo tenía a mi psicóloga permanente para que aquello con lo que estaba creciendo no se convirtiera en un trauma en mi vida adulta. Ella fue la primera en mostrarme su sexo. Llevaba yo dos días en la especialidad de ginecología cuando Esperanza vino llorando a mi cuarto con un terrible picor y un mal olor... fueron los primeros hongos vaginales que diagnostiqué. Sí, fue la primera vez que vi una vagina en condiciones, porque en mi cómputo no entran ni las fotografías ni los cadáveres. El caso es que a lo largo de mi carrera como ginecólogo, que llevo desarrollando desde hace 40 años, he tratado a unas quince mujeres diarias (algunas jornadas hasta 23) con gran profesionalidad, pues ninguna se me quejó. Sin embargo, y a punto de jubilarme, sigo sin haber descubierto los secretos de esa maravillosa puerta al placer. Y es que cuando cuelgo la bata ya no soy nadie. He tenido numerosas relaciones que apenas me han durado días. No sé cuál fue el problema, ni si a estas alturas merece la pena seguir intentándolo”. Juan Luis ha caído en las garras del acoplamiento, pues este alguaceño no ha sabido tratar a sus parejas de otro modo que como pacientes. “Ellas se desnudaban, íbamos a la cama y, sin poder evitarlo, bajaba mi cabeza hasta la entrepierna y exclamaba: ese forúnculo hay que tratarlo enseguida”. Esos sexos no estaban en tu consulta, no quieren saber, sólo sentir placer. Tratamiento: prohibido jugar a los médicos con tu pareja, sexo sin palabras durante los dos primeros meses de relación.
Imagen: www.flickr.comCartas: sexoalsol@hotmail.com
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