¿Embarazoso?

Cuántas veces habré escuchado aquello de “se la pegué a mi mujer porque yo no podía aguantar nueve meses sin sexo”. ¡Ay Señor! Esa frase me traslada directamente al pezón de la actriz Estela Reynolds que en 1979 Fernando Esteso degustó en la fatídica “Desembraga a fondo”. Es como ver un bigotillo casposo sobre una boca babeante. Por alguna razón, seguramente evangelizadora, las relaciones sexuales durante el embarazo se tratan en nuestra sociedad como la peor de las perversiones. Ni mucho menos, señores.
Maruja está de dos meses y su fogosidad no ha hecho más que aumentar: “Todos los días tengo sueños muy eróticos que me hacen despertar con una sonrisa y un placentero cosquilleo en la vagina. Alfonso siempre ha sabido cómo manejarme en la cama hasta hacerme gritar y (…)”. Vamos al grano amiga. “Desde que le anuncié a mi marido que íbamos a ser padres mantiene una actitud muy pasiva a nivel físico. Casi no me toca cuando nos acostamos, por la mañana un beso y ya. Tengo miedo de que deje de verme como la chica sexy y juguetona de la que se enamoró y me convierta en ‘la madre’. Yo sigo siendo yo, con las mismas necesidades y cualidades de siempre, pero con un bebé creciendo en mis entrañas. Se lo he intentado explicar, incluso lo animo para que me explore. Pero se resiste, le da cosa, dice”.
El sexo durante la gestación es natural, recomendable e inocuo para el feto. Si tu embarazo no es de riesgo y tu médico te dice que está todo bien, no hay excusa para negarte ese placer. Incluso podría reforzar tu relación con Alfonso, ya que a medida que el embarazo avance, necesitaréis encontrar nuevas posturas que no te resulten incómodas ni dolorosas, tipo cabalgata amazónica, el misionero arrodillado, cara a cara en supino lateral, en la silla de la cocina, en cuatro almohadillado… Diversión asegurada, novedades placenteras. Alfonso, corazón, aprovecha el cuerpazo de Maruja estos nueve meses, que lo duro viene después del parto.