Seductores

Días atrás, no muchos, multaban a un listillo en Corea del Sur porque, tras creerse que había hipnotizado a una joven (en cita a ciegas), la besó. Esto viene provocado por dos cosas: la primera, una falta absoluta de dotes para seducir al otro, y la segunda, no dejar claro que lo que se quiere es echar un buen polvo, disfrutar de otro cuerpo distinto al propio. Sin lugar a dudas eso era lo que necesitaba este surcoreano, como también el consultante que hoy nos valdrá de ejemplo a rechazar: “Hola, soy de Castellón y veraneo en La Manga. Elegí este destino porque mis colegas aseguraron que ligaría mogollón por el entorno de la plaza Virgen del Mar. Mis colegas son guapetes (sin mariconadas) y yo el conjunto de todos los defectos que ellos no tienen: rechoncho y mega pecoso; pelo rojizo y muy rizado; papada, frente y manos sudorosas... ¿qué más...? ¡Ah! Y se me salen los cabellos por el cuello de la camiseta. La otra noche conocimos a unas bilbaínas muy ricas. Mis colegas las convencieron para darnos un baño en el Caldete Menor. Mi colega Juste decidió que esa noche yo dejaría de ser virgen. Convenció a una de las apetitosas chavalas y la mandó al agua. “Adelántate, que ya voy”, le dijo, “a por ella osete”, me dijo. Aprovechando la oscuridad y las copas de más me acerqué a ella chapoteando y en absoluto silencio. “Ven aquí, hombretón”, dijo la chica, “vaya, parecías más delgado con la ropa... ag... y menos peludo. Bueno, a ver cómo está la amiga... ¡fofilla! ¿Qué pasa? Con el pantalón la tenías como una barra de mármol... pero, pero...”. Y fue entonces cuando se percató de que yo no era mi colega Juste y me ajustó las pelotas. Virgen e impotente, así me dejó. ¿¡Pero qué coño les pasa a las tías!?”. Corazón, a nadie le gusta que le den el cambiazo, así que apúntate al gimnasio y pon historia a tus pajas con Corín Tellado, verás cuánto aprendes.