“Mi tigre me preocupa, pues a cada rato le están doliendo los víveres y lo único que le alivia un poco es remover la mayonesa de mi tarro”. La jerga adolescente es fascinante. Les traduzco las inquietudes de la púber Daisy, de origen latinoamericano, quien al parecer tiene un novio que sufre de dolor de testículos, unos tremendos ‘huevortijones’ que tan sólo se le pasan cuando mantiene relaciones sexuales con su chica. Nuestra jovencita lectora, cegada por el amor y por la viveza de su pareja, se cree en la obligación de darle la medicina al nene, a quien la masturbación no le trae tan buenos resultados como los que alcanza la vagina de Daisy. Seguro que más de un lector recuerda alguna escena cinematográfica con argumentos similares.
Junto a este grupo de aprovechados engaña-cándidas, hay otro que de verdad está convencido de que si no eyacula cada cierto tiempo le pueden estallar los testículos, así que andan todo el día dándole a la manuela para descargar.
A estos hipocondriacos del sexo y a las candorosas que todo lo creen, les diré que el dolor testicular no está nunca provocado por el mero hecho de no tener relaciones sexuales, es decir, que la abstinencia en sí misma no provoca dolor alguno, todo lo más aburrimiento, tedio y languidez. Lo que sí puede suceder, según el testimonio de muchos novietes o rolletes rechazados en el último segundo, como es el caso de Melvin, es que “cuando uno se calienta mucho y no hay expulsión de líquido seminal es cuando molesta más”. Así que si ella decide dar marcha atrás después de los preliminares y a las puertas del ruedo, no queda más remedio que poner manos a la obra y a esperar contar con más suerte otro día.
Si realmente los dolores en sus testículos no fueran una treta del novio de Daisy para llevársela al huerto, más vale que se dé prisa en acudir a un especialista, puesto que este tipo de dolencia puede revelar lesiones, infecciones, inflamaciones o torsiones testiculares. Mucha pupita.
Resumiendo, tachamos como mito el dolor por la mera acumulación de semen, que en verdad ni se acumula ni duele, y lo añadimos a la lista de excusas para mantener relaciones carnales.
Publicado en La Opinión de Murcia julio 2011
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