martes, 9 de agosto de 2011

Más allá del orgasmo

¿Sin orgasmo no hay placer? Vaya pregunta, a la que yo contestaría con otra interrogante: ¿qué es entonces todo lo anterior al clímax? Debe ser que la gente piensa mientras copula en lugar de estar en disfrutar de lo que experimentan y por eso no se enteran ni de la mitad, como gritó la abuela de una amiga mía cuando el médico le diagnosticó un embarazo.

Las obsesiones no son buenas. Obsesionarse con el tamaño del pene, de si los labios cuelgan demasiado, de los pelitos que pinchan, de si llego antes o después. Si nos olvidáramos por un momento de lo que hemos visto en las pelis, Internet y las revistas de nuestros amigos, descubriríamos que hay vida después del orgasmo, aún más abundante antes de.

Quienes toman y han tenido que cumplir con un tratamiento antidepresivo o contra trastornos de ansiedad habrán sufrido, seguro, los odiosos efectos secundarios de la medicación, que entre otras cosas disminuye el apetito sexual y la capacidad orgásmica. Pero si se mira bien, es una oportunidad impagable para aprender a apreciar todo lo que no sea orgasmo. Las caricias se convierten en las grandes aliadas de las parejas que tratan de continuar con su vida sexual a pesar de las pastillas, al igual que las palabras amables que poco a poco van subiendo de tono y contenido sexual. Aprenden las medias naranjas de los medicados a ser más pacientes, a quitarse el reloj, pues de nada sirve esperar lo que no ha de llegar. ¿De verdad no va a llegar? Claro que llega. Al principio muy debilitado, casi imperceptible. Poco a poco, mientras nuestro cuerpo se acostumbra a su nueva química y las manos del otro a tocar una música distinta a la habitual, regresan los orgasmos y se quedan los placeres que hemos ganado durante este trayecto que no es fácil, pero si queremos sí es intenso y sugestivo.

De toda la vida se nos ha dicho que cuando más se aprecian las cosas es cuando dejamos de tenerlas, y por eso su reconquista nos regala que su disfrute, una vez recuperado, aumente y mucho. Y eso que no hemos hablado de los beneficios que tiene sobre el propio trastorno psicológico estas nuevas aventuras sexuales, que terminan siendo medicinales. Eso sí, sin forzar, que no hay prisa.

Publicado en La Opinión de Murcia el 8 de agosto de 2011

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