
Verás, la llamada actualmente hipersexualidad ya se ‘conocía’ siglos atrás. En 1807 el Manual de Medicina y Cirugía de Antonio Ballano definía la ninfomanía o “furor uterino” como “un deseo desenfrenado del coito y una irritación nerviosa de las partes de la generación [en las mujeres]”. “Pinel [un médico o curandero, a saber] considera en ella tres periodos: en el primero dice está la imaginación continuamente ocupada en objetos lascivos y obscenos. [...] En el segundo periodo las pacientes se abandonan casi todo el día a sus inclinaciones sensuales; no hacen ningún esfuerzo para reprimirlas, y olvidan las reglas del recato y decencia [...]. En el tercero se completa la enagenación del alma con obscenidad fastidiosa, ó asquerosa [...]. Sin duda es más útil y seguro precaver esta enfermedad que curarla [...]”. Pero si fallaba lo de “precaver” no había más remedio que tratar la enfermedad: “son útiles los baños fríos, el alcanfor y el opio en largas dosis. [...] Quando no exîste una causa orgánica, y la enfermedad se halla en su primer periodo, es un remedio eficacísimo es el matrimonio”. Mare mía.
Ya en nuestros tiempos Juan Carlos Kusnetzoff asegura en ‘El hombre sexualmente feliz’ (2003) que “los cuadros ninfomaníacos pertenecen mucho más a la mitología que a la realidad médica. Habitualmente, el hombre, asustado por la capacidad multiorgásmica femenina e ignorante de su existencia, suele catalogar a la mujer de “loca” o de tener “fiebre”. Ahora ya le puedes contestar a tu manera y en la postura que quieras a ‘ese chico’.
Imagen: www.flickr.com
Cartas: sexoalsol@hotmail.com
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