lunes, 17 de agosto de 2009

Disciplina inglesa

Los caminos hacia la excitación son interminables. Hay a quien le pone a cien, como ya hemos visto, insultar, también gritar, hablar en francés, pensar en la suegra, vocear una fantasía sexual. Pero también los hay a quienes les gusta saltar de las palabras a las acciones, y por eso utilizan artimañas, juguetes y técnicas varias antes, durante y tras el que creemos erróneamente el final de la relación sexual: el orgasmo. Realmente el orgasmo no es tan importante, pero esto lo veremos más adelante. Hoy toca hablar de un dolor placentero en el que la idea de someter y ser sometido es para muchos el máximo aliciente en sus relaciones sexuales.
Para muestra un lector: “Para mí el sexo va casi siempre unido a una buena azotaina, y no me refiero a unos azotitos en el momento culmen, previo al orgasmo, sino a una buena azotaina antes del sexo”. El lector está hablado de “spanking, una disciplina domestica; para mí azotar a una mujer sobre mi regazo es una experiencia sólo comparable a estar yo en el regazo de alguna mujer que me esté azotando con su zapatilla… mmm”. Nuestro amigo advierte: “es algo que se puede ver desde fuera como una perversión, pero estoy seguro de que habría muchos ‘vainillas’ (desconocedores de cualquier variedad sexual fuera de los movimientos más básicos) que repetirían sin dudarlo una vez (a)probado. Estoy convencido de que muchas relaciones de pareja mejorarían una barbaridad...”. Ni que lo digas, amigo mío, pues todos sabemos que no hay nada mejor para el enfriamiento emocional que la rutina sexual. Para los que se animen, el ‘spanking’ forma parte del juego erótico derivado de la férrea disciplina inglesa dispensada en las aulas victorianas. Para empezar, basta con dos papeles: uno de maestro/a y el otro de alumno/a. Se puede usar una zapatilla, una regla, un bastón, un azotador de ganado, ya sea sobre las rodillas, en una silla, contra la pared, en fin, tampoco lo voy a poner tan en bandeja, den poder a su imaginación.



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