lunes, 17 de agosto de 2009

Sólo (con)sentido

Hablábamos ayer de la disciplina inglesa, que forma parte de lo que se conoce como ‘BDMS’, siglas que traducimos por “Esclavitud, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo”. Imagino que esto es bastante fuerte para la mayoría de los lectores, y lo entiendo. Pero también es cierto que todas las prácticas que engloba el ‘BDMS’ se rigen por la regla “seguro, sano y consensuado”. Es, precisamente, el consenso lo que resulta más complicado de alcanzar en una pareja en ciernes, en cuanto a prácticas sexuales se refiere.
Éste es el problema al que se enfrenta José Miguel, quien quiere incorporar un poco de violencia tolerada entre los achuchones y apachuches que se da con su chica, “de los que no estoy harto, pero sí un tanto aburrido. Al principio me ponían grave, pero después de tres años me gustan sin más, ya no me excitan de esa manera tan tremenda, lo hecho de menos”. Al parecer la parte contratante de la segunda parte no está muy por la labor: “No tengo muchas esperanzas de que esto vaya a cambiar, ya que hace un mes me decidí a probar suerte… y me tocó la perra gorda, por cómo se puso mi novia y la que me cayó encima. Resulta que nos desnudamos, como siempre, entre mordiscos, bastante saliva y un poco de arrebato simulado. Lo que aún da un poco de vidilla es que a ella le encanta cambiar de postura dos, tres y hasta cuatro veces. Empezamos con un acróbata, de ahí a la araña y cuando estábamos con la salvaje [penetración desde atrás] le di un buen azote en la nalga. Error. En media fracción de segundo ella se giró, me estranguló el pene y me soltó tal sopapo en la mejilla que me hizo perder el conocimiento. Cuando desperté ella se había marchado y me costó ciento treinta euros en llamadas convencerla para que volviera”. Si pones la inyección antes que la infección sólo lograrás hospitalización. Debiste hablar con ella antes, que es el único modo de ponerse de acuerdo.



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