
El caso es que este verano, tras varias intentonas fallidas, nos fuimos con nuestros respectivos y sus tres hijos un par de semanas a una casa de campo por la zona de La Azohía. Tras cinco días de buena sintonía, una noche nos prepararon una cena espectacular, con marisco, un vino blanco espumoso delicioso… en fin, una pasada. Puri acostó a su hijo pequeño (lo otros dos estaban de fiesta) y al regresar al salón me pidió que fuera a su habitación. Me puso frente al espejo y desde atrás alabó mi pelo. Comenzó a acariciarlo al tiempo que en el cuarto entraban mi marido precedido por Román. ¡Querían que nos lo montáramos los cuatro! Qué descaro. La abofeteé y obligué a Esteban a subirse los pantalones, hacer la maleta y largarnos. ¿Cómo me ha podido hacer algo así?”. Rosanna, amiga mía, yo no veo otra cosa que un malentendido sin importancia. Siéntete halagada, pues ella sólo quería hacer tus sueños realidad, como tú le habías contado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario