viernes, 14 de agosto de 2009

Un poco de teatro

“Hola, me llamo Pilar y llevo dos años con mi novia. Hace cinco meses decidimos buscarnos una casa para dejar de disimular ante nuestras compañeras de piso. Al principio era súper excitante, lo hicimos en todos los lugares posibles. Pero en muy poco tiempo la cosa se ha puesto como muy monótona, la cama es nuestro único escenario sexual y a mí la libido se me ha congelado. Estoy como desganada y aunque lo he intentado no se me ocurre nada para mejorar la situación. Y encima, como no follamos pues estamos las dos insoportables, en plan reproches por cualquier cosa: que si la pasta no está aldente, que si no has fregado esta mañana, que siempre pasas primero al ascensor, no te cortes las uñas en el colchón...”.
Esto es lo que yo llamo un suicidio emocional por anorexia comunicativa. Lo único que tiene sentido es lo del colchón, a mí también me parece pelín guarrete (pero es que yo soy muy fina). Deduzco que si habéis llegado al punto de no tirar un espagueti a la pared antes de sacarlos del cazo es porque no os habéis querido enfrentar al problema, que no es sexual. Parece ser que tanto tu pareja como tú necesitéis un punto de novedad para que la excitación llegue a buen puerto. Pero este barco nunca atracará si no dejáis las armas de guerra para hacer lo más fácil: hablar. Seguramente el punto de inflexión se daría por un desacuerdo en lo que os pone. Tal vez tu pareja se cansó del cambio de escenario y decidió que le apetecía más utilizar lo que es imprescindible en una relación sexual placentera: la excitación psicológica.
Mi consejo es que te compres una bata bien fea, un plumero y una peluca rizada. La primera irá sin nada debajo, lo segundo será un elemento ideal para unas caricias suaves (y por qué no, con carcajada) y la peluca despeinada, por supuesto. Sorpréndela llamando a la puerta (cuidado con los vecinos) y pidiendo un poco de sal. Suerte.



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