Éste es uno de los principales argumentos consumidos por quienes se deciden a engañar a sus parejas. La rutina, conocerse en exceso, tanto tiempo juntos que… se termina uno convenciendo de que la única manera de volver a disfrutar del sexo como antes es con una persona diferente. Mito.
No vamos a negar que el morbo que posee una geografía por descubrir existe, está ahí, y muchas veces nos lleva al máximo nivel no porque nos lo haga mejor, sino simplemente porque nuestros genes colonizadores se excitan por sí solos. Y si encima es tierra vedada…
Es una forma de verlo y vivirlo, una salida ciertamente fácil, aunque ya sabemos que casi siempre los créditos de cómoda concesión arrastran consigo costosísimos intereses. Bravo al que esté en disposición de pagarlos si de simple aburrimiento hablamos. A problemas de otra índole ni nos asomamos.
Así pues, en pro de aquellos que aún creen en la fidelidad a pesar de que hace tiempo que dejó de estar de actualidad, podemos dar otra salida al aburrimiento en la cama, ampliar ese recorrido de scalextric del que a muchos cuesta salir, y todo esto sin pasar por la Teletienda o las páginas de contactos.
¿Es posible desear a una misma persona año tras año y al siguiente también? Por favor señora, pues claro. Sólo hace falta usar ese pequeño ingrediente en el que yo tanto insisto: la imaginación, que junto a una mente abierta y una buena comunicación del tipo “más arriba, más abajo, ahora en círculos” amplía el repertorio más de lo que muchos pueden asumir. Incluso diría que no somos pocas las parejas que cuanto más lo hacemos con la nuestra mejor nos lo pasamos. Sólo hace falta mirar más allá del puro deseo hormonal.
Claves iniciáticas para incrédulos: aunque todos conocemos su título, pocos son los que se deciden a leer ‘Vātsyāyana kāma sūtra’, donde a las 64 artes amatorias le acompañan reflexiones, explicaciones y proposiciones sobre besos, juegos sexuales, preliminares, tabúes y un largo etcétera no siempre de contenido sexual, sin olvidar que sus páginas fueron escritas hace unos 1770 años. Podemos añadir a la biblioteca algunos ejemplares sobre masajes eróticos, creación sencilla y sin costes de ambientes apropiados, aceites, lubricantes, juguetes, cortaúñas… Vaya, que el que se aburre es porque quiere.
Publicado en La Opinión de Murcia 28 julio 2011
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