Atrofia sexual

A algunas personas el coco les da para mucho, y otras además alardean tanto que terminan por desvelar sus carencias. Es el caso de la vecina de Juan Carlos, un habitante de Águilas que está pensando seriamente en escribir una novela sobre esta señora. Resulta que La Mari, como la conoce todo el mundo en la escalera y allende su portal, asegura que es capaz de saber si una mujer es o no virgen sólo con mirarla de lejos.

Todo empezó una tarde calurosa en la que la señora, como buena pueblera, sacó su silla de nylon y su abanico a la puerta del edificio. En ese momento Juan Carlos estaba aparcando su moto, al tiempo que la vecina del quinto, una joven con minifalda, entraba a la portería. Nuestro amigo se quedó mirándole las piernas, algo que a La Mari no se le escapó, así que cuando llegó a su altura la vecina le dijo a Juan Carlos: “Esa chica es una ‘pomíscrua’”, y se agarró la cruz de Caravaca que llevaba siempre colgada para besarla, como si hubiese blasfemado. “¿Y usted qué sabrá María?”, le espetó el muchacho. La señora se levantó, miró a un lado y a otro, tomó a Juan Carlos por el hombro para acercarse al máximo a su oído y le soltó: “se le nota en las piernas… ¿no has visto lo arqueadas que las tiene?”. “No quise ofender a mi vecina, pero casi me muero allí mismo de la risa que me entró”. E hiciste bien, querido Juan Carlos, porque lo único que puede provocar que a una persona, fémina o varón, se le arqueen las piernas es una enfermedad del tipo Blount, un trastorno del crecimiento que se sufre desde muy corta edad. Ya ves que el sexo no tiene nada que ver.

De ser cierto que la práctica sexual, en cualquiera de sus modalidades, provocara la atrofia de alguna parte de nuestro cuerpo, casi todos tendríamos las manos completamente alteradas, el mentón ampliamente torcido o ya estaríamos impedidos de por vida para tomar asiento sin flotador. Me da la impresión de que lo que le sucede a La Mari es que no ha disfrutado mucho de sus encantos, tal vez habría que apuntarla a ‘buscopareja.com’.

Publicado en La Opinión de Murcia 10 julio 2011