jueves, 28 de julio de 2011

Embarazoso

Concebir una vida nueva cambia la propia para siempre, nadie lo niega. Es una verdad como un templo que a muchos les pone los pelos como escarpias. No es de extrañar, por tanto, que desde que conquistamos la libertad sexual alcanzando su cima lúdico-festiva, nos obsesione pero que mucho evitar por todos los medios, habidos e inventados, que durante ese buen rato se conciba algo más que goce, placer y satisfacción. He aquí una enorme fuente de mitos, perfecta para la tarea que en esta sección nos ocupa.

Comencemos por el kamasutra contraceptivo. Por alguna razón, muchas personas utilizan la lógica de los niños que empiezan a decir sus primeras palabras en cuanto a reacciones corporales se refiere. Si fuera de nuestro cuerpo el agua cae de la botella siempre al suelo por colaboración de la gravedad, es imposible que el líquido vaya al estómago si tragamos boca abajo, se ponga como se ponga el movimiento peristáltico. Ergo, el semen, que tiene consistencia líquida, no viajará al fondo de la vagina y más allá si se mantienen relaciones sexuales de pie, parados, como dicen los latinoamericanos. En este kamasutra tan razonado como razonable, las posturas del trípode cojo, el sátiro o la silla mágica serían anticonceptivas. Ni se les ocurra creer semejante y absolutamente falsa barbaridad.

Luego están aquellos a los que las matemáticas todo se lo resuelven. Si me pagan mil y gasto ochocientos, aún me quedan doscientos para disfrutarlos en lo que plazca. Ergo, si tenemos veintiocho días entre periodos fértiles (ciclo menstrual), en los que la moza tiene de lunes a sábado para quedar encinta (los espermatozoides sobreviven hasta cinco días en la vagina, siendo de veinticuatro horas la ‘vida’ de un óvulo maduro), contaríamos con veintidós soles para darle al palito sin preocupaciones. ¡Peligrosísimo! Las mujeres no somos relojes suizos, así que las variaciones son más frecuentes que los movimientos sísmicos terrestres.

Terminamos con el loco método de la orina, con origen en el desconocimiento de la anatomía genital femenina, según el cual vaciar la vejiga tras copular evita el embarazo. Pues va a ser que no.

A ver si vamos olvidando las peligrosas marchas atrás y nos apuntamos a los anticonceptivos de verdad: condones, DIU, inyectables, parches, pastillas… Los cuentos para las abuelas.

Publicado en La Opinión de Murcia 23 julio 2011

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