“Hacerlo con la luz encendida es pornográfico, Pepe”, es la frase con la que Sancha reprende a su marido cada vez que éste hace como que olvida darle al interruptor cuando ambos se deciden a mantener relaciones sexuales. “A veces pienso que a mi señora le sigue dando vergüenza que la vea desnuda, y eso que llevamos ya treinta y cinco años durmiendo en la misma cama. Yo la deseo como el primer día, pero me cuesta mucho sacarla de la rutina beso-pezón-apretón-empujón. Nunca ha sido capaz de pedirme cosas nuevas, pues a pesar de que jamás hemos visto una película para adultos ni visitado club de alterne alguno, ella sigue pensando que ciertas prácticas sexuales son cosa de pelandruscas de vida alegre ¿cómo lo sabes si nunca has visto a ninguna trabajando?, le replico siempre. No me dejó comerle el mejillón hasta el cuarto año de casados, así que ya se puede usted imaginar lo mucho que tengo que luchar en la cama contra los prejuicios de mi Sancha”. Aún así, nuestro querido amigo ha ido ampliando su kamasutra particular, a base de mucho amor, insistencia y alguna que otra copita de vino para combatir el hermetismo sexual de su mujer, quien en realidad confiesa haber disfrutado mucho cada vez que Pepe introduce una variante, “pero no se lo vayas a contar a nadie”, “a quién, Sancha, a quién”.
Nuestro pasado católico apostólico ha hecho mucho daño a la libertad con la que cada muchos viven su intimidad. No hay que reprimirse a la hora de pedir, siempre que a uno le apetezca y coincida con que al otro le guste hacértelo, claro. Pero hay que hacer un pequeño esfuerzo, señores, sacudirse las vergüenzas y ponérselo factible al otro, porque siempre se sale ganando. Contra la idea de que se está actuando como una prostituta, sin que este pensamiento sea una fantasía sexual puesta en práctica, si no un miedo a caer en conductas reprochables, hay un argumento tan sencillo como irrefutable: realmente la única cosa que podría convertir a una mujer que libremente mantiene relaciones sexuales con otra persona en una trabajadora del sexo es que haya o no una transacción económica de por medio. Hacer o no tiene más que ver con la capacidad de desinhibición que con la profesión.
Publicado en La Opinión de Murcia 22 julio 2011
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