jueves, 28 de julio de 2011

Gancho perfecto

En ocasiones no nos merecemos que se nos (auto) reconozca como el animal más racional de la Tierra. ¿Qué tiene de racional creer que con sólo mirar a una persona ya sabemos cómo tiene conformados sus genitales? Seguramente desde el inicio de los tiempos, comparar el tamaño del pene ha sido una forma que han adoptado los machos humanos para posicionarse dentro la manada. Antes, cuando aún no nos tapábamos partes nobles ni terruñas, era más fácil establecer el ganador del concurso con un simple cruce de miradas a los víveres.

Luego inventamos la ropa, así que la cosa se nos complicó tanto que empezamos a concebir fórmulas geométricas con el fin de dilucidar, sin necesidad de quedar en pelotas, qué macho era el mejor dotado, lo que, según lógica aplastante, lo convertía en el más deseado por las hembras en celo deseosas de ser cubiertas. Y he aquí que surgió el mito de Pinocho, cuanta más nariz más bizcochos. No sabía Leonardo lo que hacía cuando dibujó a Vitrubio y su canon de las proporciones humanas. A partir de entonces las damas comenzaron a fantasear, imaginando que el tamaño de la nariz de un hombre era proporcional al de su aparato sexual, facilitando a los hombres de nariz ganchuda disfrutar de preferencia ante las puertas de las alcobas mejor alojadas.

Pervive hoy esta idea de ‘a nariz grande pene grande’, con una posición privilegiada entre los mitos sexuales. Yo pretendía darles un no rotundo por respuesta a cuatro lectoras que me preguntaban por el asunto, pero cómo van a creerme si hace unos días el ‘Asian Journal of Andrology’ publicaba los resultados de un estudio realizado en la Universidad de Warwick de Corea el Sur, según el cual cuando un hombre tiene el dedo anular (el del anillo de casado) más largo que el índice, es indicativo al cien por cien de que el muchacho tiene un pene la mar de competitivo. Como si tener la manguera larga fuera señal inequívoca de amante satisfactorio. Parece que el truco está en los efectos de la testosterona mientras el varón es aún feto. Claro que establecer como regla una pauta hallada en un grupo de 144 hombres no sé si será definitiva para los cuatro mil millones restantes.

Publicado en La Opinión de Murcia 18 julio 2011

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