miércoles, 6 de julio de 2011

La Coca-cola no cuela

Destapamos la caja de los horrores carnales con el correo de una asidua de nombre Ana y de historia tan burbujeante como la Coca-cola. Cuando John Stith Pemberton inventó esta bebida hace ciento cuarenta años, tenía la intención de dar con la medicina-refresco que todo lo curara y hacerse así con una dentadura de oro.

Desde entonces, a esta bebida de fórmula tan secreta como el origen vasco de John Lennon, se le han otorgado propiedades tan increíbles como diversas: limpia el ácido de los metales, deshace la carne de todo tipo de cadáveres, destruye huesos y dientes de sus consumidores, con una aspirina te coloca… hasta hay quien sigue creyendo que entre sus ingredientes secretos se encuentra un conocido alcaloide. Entre sus virtuosas propiedades no podía faltar una que tuviera que ver con lo que aquí nos reúne: el sexo.

¿Cómo va ser? Muy sencillo. Nuestra lectora y ahora colaboradora cuenta que hace unos años le llegaron rumores de un anticonceptivo definitivo, la pastilla del día después de los pobres… inconscientes. Al parecer, un amigo suyo lo había probado, asegurando la efectividad del asunto: si se mojaba su erección en Coca-cola antes de pasar a introducirse en la vagina de su chica, los espermatozoides, al salir de su cueva, quedaban impregnados de la pegajosa bebida, con lo cual no podían mover la colita para nadar y competir por la meta del óvulo. Este chico, tras probar en varias ocasiones este método que conoció en Internet, terminó dejando preñada a una de sus compañeras sexuales. “Es que no lo hice bien, joer, ahora es que me entero de que la Coca-cola no hace efecto antes de que salgan los soldaditos, sino que hay que rociarlos una vez que estén en el campo de batalla”. Pobre chaval. Sin escarmentar, le contó su flamante descubrimiento a una chavala, la cual siguiendo sus consejos internautas, se rociaba la vagina con un buen chorro efervescente del refresco después de que su novio eyaculara tan tranquilo y confiado dentro de la muchacha. Y otro preñamiento tan indeseado como destornillante. Tanto, que si ustedes quieren reírse un rato de este mito, les recomiendo el corto de Gabriel Olivares y Pedro Casablanc: ‘Burbujas’. Ya saben, la Coca-cola lo único que evita es el calor.

Publicado en La Opinión de Murcia el 04 de julio 2011


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