Ésta es una de las dudas más raras con las que me he topado en el correo este fin de semana. Está claro que se trata de un muchacho inexperto, además de poco lanzado entre las sábanas, visto que ante la insistencia de su novia para que ambos mantengan relaciones sexuales, tras cuatro años de noviazgo, Javier no haga más que darle largas, aunque sabe que como siga de este modo “pensará que soy gay y me dejará”. ¿Qué le pasa al pobre Javier? Nada del otro mundo: está convencido de que a todas las mujeres la vagina nos huele a pescado y hace poco un amigo suyo le aseguraba que al practicarle sexo oral a una moza le sabía a pollo. “¿Es esto cierto? Porque el pescado me da mucho asco y además soy vegetariano, así que tengo miedo de vomitarle a mi chica entre las piernas”.
Un mal olor, provenga de donde provenga, sólo puede indicar una cosa: problemas. En el caso de la vagina, si su dueña se lava como es debido y además se cuida de no pillar hongos ni bichitos de estos, el olor de la misma es característico, sí, pero de ningún modo desagradable. Valentín te lo puede asegurar: “practicarle sexo oral a mi mujer es mejor que ir a cenar al chino, pues tiene un saborcito agridulce delicioso”. La comparación es dudosa, pero la justificamos por la finalidad positiva.
Verás Javier, las vaginas funcionan como los hornos que se limpian solos, ya que en la pubertad, la vulva segrega leucorrea (que nadie piense en menorreas), que se lleva por delante y para fuera los gérmenes y todo lo que ande por ahí dentro en tierra extranjera. Es blanquecino, y no tiene que tener mal olor. Y a cualquier edad, aunque con intensidad variada según épocas, estados y pareja, la excitación sexual hace que la vagina segregue un líquido clarito y resbaloso, el lubricante perfecto.
Respecto al sabor a ave, ahí me quedo sin argumentos. Imagino que al igual que el sabor del semen depende mucho de lo que coma su dueño, algo parecido debe sucederle a la vagina. Pero te diré una cosa: estás perdiendo el tiempo leyéndome, porque sólo sabrás a qué sabe tu novia cuando la pruebes.
Publicado en La Opinión de Murcia 15 julio 2011
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