miércoles, 24 de agosto de 2011

Alergia al sexo (3)

“Querida Olaya, respeto tus excéntricas creencias y que te haya salido la jugada tan bien con tu alergia al semen, pero resulta una ofensa para los que vivimos el infierno de no poder echar un polvo sin enfermar”. Héctor es de la opinión de que el amor, que es muy bonito, “no todo lo puede, es un mito delicioso pero perverso, porque te deja en modo absoluta-baja-de-guardia”, lo ideal para peligrosas transmisiones y consecuencias nefastas durante o tras hacer el amor a nuestro amor, que podemos ser nosotros mismos, porqué no.

Para el que crea que el sexo en solitario o con compañía no puede ser perjudicial para un hombre, chicos, Héctor tiene una mala noticia. Por desgracia, hay varones que por mucho que utilicen posturas seguras, sin equilibrismos ni bestialismos, por mucho que sus parejas los mimen, les hagan y deshagan las mieles del paraíso, acaban siempre fatalmente mal. Lo mismo si deciden darse un merecido homenaje a sí mismos. Ya pueden hacérselo como gusten, con la fuerza medida, al paso, al trote y al galope, que tampoco se librarán de pasarlo pero que muy ‘malament’ finalizado el evento lúdico-festivo.

Si la alergia femenina al semen es perversa, la Madre Naturaleza lo es más: hay hombres alérgicos a su propia simiente. El primer caso documentado data de 2002, Holanda, cuando un tipo andaba harto de enfermar de gripe cada vez que eyaculaba, al igual que Héctor. Que si fiebre, que si no podía subir dos escalones seguidos, los ojos inyectados en sangre. Mosqueado, como es lógico, se fue a ver a su médico, que en principio no se lo creyó. Menos mal que llegó Marcel Waldinger, de la Universidad Holandesa de Utrecht, y confirmó la horrorosa realidad: este hombre y otros que se atrevieron a salir a la luz padecían el síndrome post orgásmico, alergia a su propio semen, para simplificar.

La solución, sencilla: un tratamiento de hiposensibilización, vamos, que te inyectan en el brazo tu propio semen, de menos a más, hasta que los anticuerpos dejen de atacarlo. Es un poco asquerosillo, pero hombres de la Murcia profunda y de la superficial, no os avergoncéis de ser vuestros propios verdugos, porque como diría cualquier profeta que se precie, la solución está en vosotros. Qué le vamos a hacer.

Publicado en La Opinión de Murcia el 24 de agosto 2011

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