viernes, 26 de agosto de 2011

¿Pervertidos?

“Hola que tal, soy Javi, para mí lo más excitante del mundo es una mujer en zapatillas, me refiero a zapatillas de casa, de las de la toda la vida. Me encanta el ‘spankink’ y el hecho de azotar y ser azotado. Pero incluso más que eso, lo que realmente me pone es una mujer en zapatillas, amenazante, dispuesta a quitársela para darme una buena tunda. Es más, el que simplemente lleve ambas zapatillas puestas ya para mí es excitante, aunque no la conozca de nada y no tenga ninguna intención de sacárselas para azotarme con ellas, además no me importa el físico ni la edad, todas son maravillosas...”.

Nuestro querido lector Javi, un habitual ya de esta sección, tiene a bien en insistir un año más en que hay gustos sexuales que muchos calificarían de perversión pero que en verdad no son más que situaciones cotidianas que algunas personas (muchas más de las que pudiéramos imaginar) convierten en una auténtica cantera de placeres. ¿Es malo? ¿Una desviación sexual, como se decía antiguamente? Llámenlo rareza, excentricidad, locura, pero no es más que fantasía. Todos llevamos alguna rondándonos las ganas, y entre ellas las de sometimiento tienen un gran éxito de público. Y como gusto de reiterar, mientras haya consentimiento y no corra la sangre, no hay por qué mirar mal estas prácticas fetichistas.

Dicen las malas lenguas que el escritor alemán Goethe gustaba de masturbarse mientras escribía, logrando así los orgasmos más intensos de toda su vida sexual. Hay empresas, como la ‘Celebrity Skin and Bodily Fluids’ que ponen a la venta orina, saliva y excrementos de famosos, entre ellos los de Jack Black o Robin Williams. No sabemos si las muestras serán reales, pero mucha gente los compra porque les pone. Como pone a muchos que les orinen o les excrementen encima durante una sesión de sexo no apto para escrupulosos.

Lo único que no se debe hacer es cometer el error de Carolina en la tercera cita con su último ligue, en la que justo cuando el muchacho se colocó sobre su espalda y nuestra lectora se sentara en su cara para que le fuera practicada una buena succión genital, dio rienda suelta a su pasión por la lluvia dorada que horrorizó al mozalbete, quien desapareció del mapa para siempre.

Publicado en La Opinión de Murcia el 25 de agosto 2011

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