sábado, 20 de agosto de 2011

Celos del pasado

El pasado de nuestra pareja nos obsesiona tontamente. Intimidados por los y las ex, por la huella que pudieron dejar en la persona con la que compartimos una relación sentimental. ¿Estaré a la altura? ¿Pensará en aquella cuando lo pillo haciéndose una pajuela? ¿Por qué no pasó esos momentazos conmigo en lugar de hacerlo con el capullo ese? A estos celos del pasado del otro responde una actitud de severa inseguridad, aunque hay que decir que una parte del error lo comete quien alardea de parejas pasadas con la actual, de momentos especialmente importantes, pues por mucho que sean agua pasada sí que remueven los molinos de la maliciosa imaginación de quien no se valora lo suficiente, preguntándose una y otra vez “¿y qué habrá visto en mí para quererme y desearme de esta manera?

Es tan fuerte a veces esta absurda pataleta por cosas que pasaron y en las que no tuvimos que ver porque para entonces no existíamos en la vida de nuestra media naranja, que historias como la de Norberto se antojan bastante absurdas, incluso infantiles, me atrevería yo a decir, querido lector: “Mi novia y yo nunca tuvimos secretos desde el día en que nos conocimos, o eso creía yo. Ella me había contado que en el pasado había tenido dos novios con los que había mantenido relaciones sexuales, y así también yo le confesé otras dos relaciones en las que también había habido sexo del verdadero”. ¡Ay! Amigo Norberto, ahí está tu primer error, ¿qué es esto del sexo verdadero? “El caso es que el flechazo entre los dos fue tan grande que hasta hacíamos planes de futuro, que si vivir juntos, presentarnos a nuestras familias, los hijos. Cuando cumplimos los tres meses, quisimos celebrarlo haciendo el amor por primera vez en nuestra relación. Una bonita suite de hotel, cena romántica, pétalos de rosa, unos sorbos de vino para entonarnos. Ella se desnudó de una forma muy sexy, dejándose puesta una lencería violeta que me hacía perder la cabeza. Y justo cuando mis dientes agarraban sus braguitas con malas intenciones, me confiesa que había tenido sexo con un desconocido entre noviazgo y noviazgo. Me mató y no tuve más remedio que dejarla”. Perdona Norberto, pero eres tonto. ¿Eres menos pecador por acostarte por amor que por puro divertimento?


Publicado en La Opinión de Murcia el 19 de agosto 2011

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