martes, 9 de agosto de 2011

Culpable de fantasear

Algunas personas tienen un don especial para cohibir a su pareja, para que deje de sincerarse en las cosas del copular. Al típico “¿te lo has pasado bien?”, al que nunca se puede responder sinceramente porque de ser la contestación “podría haber estado mejor” se ofende el que interroga (pues que hubiese pedido directamente “miénteme para que me sienta yo de puta madre, aunque sé que mi actuación ha sido de telonero”), vamos a sumarle hoy la energúmena manera de reaccionar de algunos y algunas cuando sus pares les cuentan que mojan la cama pensando en que se lo hace un desconocido con un pasamontañas o que la doctora ha ido más allá de la mera revisión prostática.

¿A qué viene mosquearse por un pensamiento excitante y pasajero? Pues a que muchos son los que siguen convencidos de que tener fantasías sexuales con otras personas equivale a limar la cornamenta. Si lo pensaran detenidamente, caerían en la cuenta de que nadie engaña a nadie por imaginarse empotrado en culo ajeno a su relación habitual.

Fantasear es tan común y sano como soñar. No hay ser humano que, una vez cubiertas sus necesidades vitales, se libre del deseo de mantener relaciones sexuales en un lugar exótico, con un juguete estrambótico, en alguna posición mancillosa o con un partenaire prohibido. Lo que no es sano es lo que hace Juan Carlos cuando Fran le cuenta que en ocasiones se ve a sí mismo haciéndole una felación a su jefe y que eso le excita muchísimo: “estábamos en uno de esos momentos de sinceridad húmeda cuando le solté mi utópica fantasía. Quedó lívido, pero una vez repuesto tuvo fuerzas para castigarme con tres semanas sin sexo, sin caricias, sin mimitos y sin hacerme el desayuno. Cuando se le pasó traté de explicarle que en realidad a mí no me pone lo más mínimo mi jefe, sino la situación en sí, el sometimiento. A mi jefe en la realidad no le haría ni un café, vamos a ver. Pero nada. He optado por no contarle nada de lo que sucede en mi calenturienta imaginación, ahorrándome la estúpida bronca”. Craso error. Si preguntamos a los expertos nos asegurarán que tener fantasías sexuales en abundancia mejora y mucho la libido y con ella la relación con la pareja.

Publicado en La Opinión de Murcia el 2 de agosto de 2011

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