Si buscamos ‘sexo femenino’ en la fuente de la sabiduría, Google encuentra doce millones y medio de webs que tratan del asunto, mientras que del ‘sexo masculino’ lo hacen casi veinticinco millones. El abismo aumenta entre ‘mujer y sexo’, prácticamente doce millones, y ‘hombre y sexo’, con ochenta y ocho millones de resultados.
Ahora, como en el ciberespacio el orden de los productos altera el resultado, mientras la fórmula ‘sexo y hombre’ cuenta con más de ochenta y nueve millones de páginas, ‘sexo y mujer’ alcanza la cifra de ciento doce millones de resultados.
¿Y qué? Pues que por muchos millones de páginas que nos dedique la Red de Redes, muchas mujeres siguen sin saber tratar a un hombre al desnudo. Marisa es una de estas treintañeras anclada en la idea del macho-men insensible pero potente, inclemente pero resolutivo. Jorge, su marido, está un poco molesto. “Me casé con ella tan enamorado que no me percaté de que los conflictos del noviazgo iban a ser las guerras de nuestro matrimonio. He tratado por todos los medios de convencerla de que los hombres no somos sólo un pene que se empalma cuando a ella le apetece. Cuatro años lleva tratándome como a un autómata sexual que debe estar a punto siempre que a ella le pica la entrepierna. No acaba ahí la cosa, ya que después de esforzarme al máximo para trabajármela y poner el chirimbolo a punto, ella, sin dejar de gemir, va y me pregunta si estoy dentro… ¡pero si llevo ahí tres cuartos de hora! ¿Lo hará por joder? No contenta con la humillación, se levanta cada diez minutos a hacer un pis o tirarse un pedete, que dice que le da mucho apuro… eso es porque no se ha escuchado el esfínter mientras duerme. Para rematar la faena, en el momento que se corre, estando servidor aún en su vagina aunque ella no lo note, no me da la oportunidad de disfrutar yo también de mi orgasmo porque se levanta como una loca a recoger ropa, condones y pañuelos mientras me cuenta lo que ha hablado con las marujas en el supermercado ¡Una solución quiero!”.
No sabemos si Marisa tiene remedio, pero tal vez nuestras lectoras puedan tomar buena nota de lo que no se debe hacer si lo que buscan es estabilidad.
Publicado en La Opinión de Murcia 1 agosto 2011
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