martes, 9 de agosto de 2011

Estrechos, pero de mente

El mito encierra desconocimiento y vagancia, entre otros. Más del cincuenta por ciento de los hombres está archiconvencido de que la mujer, por ser el sexo débil, también tiene amortiguada la capacidad orgásmica, mientras que a otro cincuenta por ciento de mujeres nadie las convence de que el pene no es un ente con vida propia que actúa al margen del esclavo al que va pegado.

Todo falso, por mucho que a Antonio le resulte inútil y tedioso pasar tanto rato masajeando las zonas erógenas de su mujer antes de entrar por la puerta grande, que es lo único que a él le importa: “gime que te gime pero nada de correrse; por mucho que le mastique el mejillón mi mujer siempre tarda una eternidad en ponerse y llegar al orgasmo. ¿Ya estás Eloísa? No, tú sigue, me responde una y otra vez. ¿Pa qué? Es una cansina que quiere ser como un hombre hasta en eso, cuando todos sabemos que a ellas les cuesta mucho más correrse”. Amigo Antonio, la capacidad de tu mujer para tener orgasmos es tan propicia como la tuya; si le cuesta alcanzarlo es, probablemente, porque la pones nerviosa con tanta insistencia, además de obsesionarla con que debe correrse para poder pasar a otra cosa. ¿Estás seguro de que sabes lo que haces con tu lengua? Si practicaras más y mejor verías como tu mujer es capaz de tener no sólo uno, sino varios orgasmos seguidos.

Eloísa, en su parte del mensaje, pues no se han cortado a la hora de compartir el mismo espacio para verter sus dudas y quejas sexo-conyugales, explica a su modo esta dificultad que tienen ambos para quedar satisfechos en sus relaciones sexuales: “Mi marido, como todo hombre, lo único que quiere es meterla y ya. Como toda su sensibilidad la tiene concentrada en la punta de su cipote, es incapaz de pensar y menos de razonar a la hora de la verdad. ¿Han inventado ya alguna terapia para ayudarles a usar el cerebro al tiempo que el pene?”. Esto es tan cruel como falso. Aunque el pene sea el emblema de la masculinidad, los hombres, que ante todo son seres humanos, poseen emociones y partes sensibles que entran también en el juego amatorio. Sólo hay que querer buscarlas y usarlas.

Publicado en La Opinión de Murcia el 5 de agosto de 2011

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