martes, 9 de agosto de 2011

Impresionables

Como mera ‘practicóloga’ en mis ratos libres, que son pocos, es lógico que reciba de los lectores matices, extensiones, correcciones y hasta oposición a mis argumentos, como lo hace Tamara en su amable mensaje: el tamaño del pene le importa y mucho desde que tuvo una experiencia sexual difícil de olvidar: “Acababa de romper con mi novio, con el que llevaba tres años viviendo por Zarandona. Fue cosa de los dos, así que no me sentí demasiado mal por volver a salir con mis amigas en plan loba. Necesitaba un buen polvo que me quitara el mal sabor de la ruptura, así que allá que fui con todo mi voluminoso cuerpo convenientemente ceñido al tiempo que estratégicamente visible en algunas de sus franjas”.

“Como iba a lo que iba, mientras me tomaba la primera copa fui inspeccionando el panorama, a ver si alguno de los que por allí se movían podría servirle de voluntario a mi causa. Allí estaba: metro noventa, un cuerpo de gimnasio muy bien esculpido, unos morros de los que da gusto tener entre las piernas y, lo más importante, sin ninguna tía alrededor con la que competir. Mientras me acercaba a él le eché un vistazo al paquete… y sí, sobresalía como debe sobresalir un buen manubrio. Ligármelo fue rápido y sencillo, él iba a lo mismo que yo. Me lo llevé a casa. Sin tiempo a encender las luces empezamos a desnudarnos y estrujarnos. Me puso a mil con una comida de mejillón que pa qué. Yo quise corresponderle, excitadísima como estaba que me lo devoraba tó. Bajé a su entrepierna, busqué y… seguí buscando. Al principio pensé que no se había empalmado y que por eso la tenía así de chiquitilla. Qué va, el pobre tenía el dedo meñique más grande que su pilila erecta. Quedé tan sobrecogida que el subidón se esfumó y ahí acabó el fallido polvo. Desde entonces el tamaño me parece súper importante”.

Tampoco hubieras quedado indiferente ante los 39 centímetros registrados en el Instituto Kinsey. Este chico, querida Tamara, tenía un problema denominado facultativamente micro pene, aunque parece que sabía cómo compensarlo. El tamaño, en casos tan extremos, asusta primero y dificulta después, pero no impide una relación sexual satisfactoria. Lo que te faltaron, creo yo, fueron más recursos que centímetros.

Publicado en La Opinión de Murcia el 4 de agosto de 2011

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