jueves, 18 de agosto de 2011

Infidelidad, ¿cosa de hombres?

Norma se casó jovencita, sin experiencia sexual previa, mientras Arcadia contrajo matrimonio con su octava pareja, con lo que el mundo el sexo no era un desconocido para ella. Dos historias contrapuestas pero con más equivalencias de las imaginables imaginar a simple vista. Lo primero que une a estas dos mujeres es que viven en la misma ciudad, lo segundo, que han sido infieles a sus maridos, y lo tercero es el argumento que esgrimen ambas para explicar, sin demasiado arrepentimiento, su decisión: “quería estar segura de que había elegido bien, que no me arrepentiría el resto de mi vida pensando que podría quedar más satisfecha con otro hombre”.
Si bien de toda la vida se ha afirmado que la infidelidad era una actitud innata en el hombre, en el varón, en el macho, debido a su propia naturaleza ‘necesito-perpetuar-mis-genes’ (cuánta caspa hay en este argumento), hoy en día muchos sexólogos y ginecólogos se deciden, muy seguros de lo que dicen, a afirmar que la infidelidad no es ya entidad exclusiva de los hombres, sino que las mujeres, liberadas ya de la jaula del hogar, de la carga de la maternidad en exclusiva, de la depreciación patriarcal de la sociedad, igualan al otro género en el porcentaje de la autoría de la infidelidad en la pareja heterosexual.
Es posible que nuestros argumentos sigan llevando la coletilla de “necesito más cariño”. “es que me aburro que no veas con mi marido”, “ha dejado de mirarme como a una mujer para tratarme como a su hermana mayor”, y cosas por el estilo, también a muchas mujeres se les cruzan los cables por puro morbo, echar un casquete sin más compromiso que el de no intercambiar los teléfonos.
¿Esto es bueno? ¿Ya nos tocaba a nosotras ser tan cabronas como ellos? Bueno, en el tema de la fidelidad siempre hay un perdedor, esto es así, y en la mayoría dos, y hasta tres. Los caminos hacia la infidelidad son inescrutables, las razones que la promueven inclasificables por amplitud. Da igual que el matrimonio o la pareja de hecho o como quiera que se hayan apañado sea feliz o infeliz, la infidelidad siempre nos ronda. La diferencia, hoy, es que ya no es cosa sólo de hombres, también las mujeres traicionan y no se sienten mal por ello.

Publicado en La Opinión de Murcia el 15 de agosto 2011

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